
Oye déjame hacerte una pregunta (y perdona el tono de confianza pero en la isla no hay mucho protocolo)
¿Has leído alguna vez “Los tres mosqueteros”?
¿Si? Eres de los míos
¿No? Te cambio la pregunta entonces: ¿Qué sabes de “Los tres mosqueteros”?
[Avalancha de respuestas, todas muy parecidas]
Ya, pues déjame decirte que has sido embaucado, engañado, trasquilado; pues esa historia que has visto en películas y series, en dramatizados y animados dista mucho de ser la historia original.
Comienzo aceptando que en las series animadas uno puede perdonar la adaptación, al fin y al cabo “Los tres mosqueteros” NO SON UN LIBRO PARA NIÑOS. La historia que escribió Alejandro Dumas esta llena de aventuras, pero en este caso son aventuras para adultos condimentadas con intrigas de estado, escándalos políticos, infidelidades, guerras, sexo, envenenamientos, duelos, borracheras, complots de asesinatos, etc.
Mi problema aparece cuando trato de entender el porque las películas o series para adultos tienen que alejarse tanto de la verdad. Mi teoría es que en realidad no son para adultos-adultos, sino para niños-adultos. Es decir, ese tipo de persona que ya esta adoctrinada por Hollywood para saber el QUE va a suceder al final (el bueno triunfa y el malo pierde) y que solo le interesa el COMO (como el bueno sortea las mil peripecias y misterios para llegar al triunfo). “El código Da Vinci” es un ejemplo muy actual de este tipo de historias.
¿A que usted la leyó? Bueno, no se sonroje, yo también la leí, uno se da esas licencias de vez en cuando.
En “Los tres mosqueteros”, como buena historia para adultos-adultos, usted no sabe nunca QUE va a pasar, y mucho menos COMO. Me gusta pensar que leer una historia como esta es comparable a lanzarse con un paracaídas defectuoso, que tiene las mismas probabilidades de abrirse que de estrellarse. Hay que reconocer que uno corre peligro en esta situación, sin embargo, la emoción de la caída es incomparablemente superior.
En fin, volviendo al tema del que ya me he ido totalmente, la historia al ser transformada sufre muchísimo, y con ella sufren sus personajes, muchos de los cuales desaparecen completamente y otros se transforman de una manera radical.
El mejor ejemplo de ello es del “malo de la película”: Armand Jean du Plessis, cardenal de Richelieu.

En las historias edulcoradas que circulan por ahí, el cardenal Richelieu es el tipo malvado que combate a los tres mosqueteros. Un tipo sin escrúpulos que es capaz de todo para satisfacer sus malsanas ambiciones y su amor no correspondido por la reina.
Algo de esto es cierto y mucho no lo es. En la época en que transcurren “Los tres mosqueteros” reinaba en Francia el rey Luis XIII que como buen rey solo se preocupaba por cazar venados, entrenar halcones y jugar juegos de mesa con sus cortesanos. La reina Ana de Austria también hacia lo suyo, es decir serle infiel al rey de todas las maneras posibles (o por lo menos intentarlo) y chismear con sus cortesanas sobre las infidelidades ajenas.
¿Y entonces quien gobernaba Francia? ¿Quién mantenía el orden y velaba por la seguridad del país? ¿Quién vigilaba e intrigaba contra los enemigos del reino? La respuesta es facil: Armand Jean du Plessis, cardenal de Richelieu.
¿Qué hace entonces que d’Artagnan y sus amigos tengan que enfrentarse al cardenal? Bueno, resumiendo mucho las cosas todo se queda en un lío de faldas, d’Artagnan que era joven se enamora perdido de una de las costureras de la reina, y se ve involucrado en una historia que no le correspondía. Sus amigos Athos, Porthos y Aramis se le suman porque como buenos mosqueteros que eran, lo único que les importaba era pelear y tener aventuras y emborracharse y demás. Por otra parte en la Francia de aquellos tiempos, si usted era de los que gustan desafiar la autoridad, nadar en contra de la corriente y tener aventuras tenia obligatoriamente que pelear contra el Cardenal Richelieu, porque a fin de cuentas ERA LA UNICA AUTORIDAD QUE HABIA.
Solo aporto dos datos para terminar de convencerlos y luego invitarlos a que se lean el libro. Cuando comienza la historia d’Artagnan aun no es mosquetero, ¿saben ustedes quien lo hace mosquetero? ¿El rey? Frío ¿El señor de Treville, jefe de los mosqueteros? Frío.
¿La respuesta?
Armand Jean du Plessis, cardenal de Richelieu.
Al final del libro, después de todas las peripecias, a d’Artagnan lo nombran teniente de mosqueteros.
¿Se atreven a responder quien lo asciende a dicho cargo?
La gente inteligente que lee este blog ya habrá adivinado la respuesta:
Armand Jean du Plessis, cardenal de Richelieu.
Termino entonces con la misma frase con que Dumas concluye su prefacio del libro:
“Sentado esto, pasemos a nuestra historia”.