« Home | Comunismo 2.0 » | La redención de Mou » | Good bye... » | Hay violencia… » | Conexión » | Ausencia » | Lo escribió Albert Camus: » | ¿Emprendedores! » | "Obama: I caught you" » | Imaginemos... »

También la lluvia


Resulta que tenemos una vida que vivir, una sola por desgracia. Hay que comer, vestirse, tener un techo, educar a nuestros hijos, cuidar de la familia. Pero resulta también que conformarse es de cobardes, y por eso no queremos solo comer, sino mariscos y vino blanco y un delicioso postre de chocolate. No solo vestirnos, sino la moda (¡Ay, la moda!). No solo un techo, sino una casa grande, con cuartos para los niños y una sala amplia con un TV de muchas pulgadas para ver futbol y novelas, y terraza para tomar el té. Luego resulta que también cargamos con el ego, ese animalito baboso que nos habita dentro, y que pide triunfos y gloria, y al que nunca podremos llegar a complacer del todo. Entonces, cada día hay que levantarse y salir a la calle, a luchar por esa comida, esa ropa, ese techo, rezando en voz baja para que el ego no exija demasiado. Y esa pelea de todos los días nos va desgastando. Nos va quitando color, nos va tornando grises.

Resulta que cuando niños, el bien y el mal estaban perfectamente definidos, y nosotros, claro está, éramos capitanes del bando del bien. Pero luego nos hicimos adultos, y nos alcanzó la rutina. Comida, ropa, casa, ego. Y entonces, como por arte de magia, las fronteras entre el bien y del mal comenzaron a difuminarse ante nuestros ojos. Y ahora el bien ya no era tan positivo si de alguna forma nos molestaba (impedía nuestros planes, enlentecía nuestro crecimiento, obstaculizaba nuestro futuro), y el mal, ya no nos parecía tan diabólico siempre que alcanzara solo a los demás, y nos dejara ilesos, siempre que significara una oportunidad de avanzar un paso más rápido que los otros, un atajo que nos pondría delante en la carrera.

De estos temas y de otros nos habla “También la lluvia”, la última película de Icíar Bollaín, que algunos cubanos tuvimos el privilegio de ver en el pasado Festival de Cine de la Habana. Del dilema entre elegir entre tener o tener vergüenza. Ver el lado oscuro en la pantalla del TV y sentir que tenemos que hacer algo al respecto (ALGO!!!), o hacer zapping y pasar a un programa de variedades. Olvidar los límites del bien y el mal que trazamos cuando niños, o rescatarlos y empezar de nuevo.

Si Yoani se inspiró en “mi isla al mediodía” para dar comienzo a lo que es hoy uno de los blog mas visitados en todo el mundo, supuse que una visita por este lugar valdría la pena… No me equivoqué, desde que lo descubrí, he entrado en varias ocasiones y he leído en retrospectiva cada uno de tus post, (incluyendo los comentarios) desde el primero, hasta este último. Hoy te dejo un comentario para felicitarte, sigue escribiendo que lo haces muy bien, me gusta tu forma de ver las cosas y coincido en gran parte con mucho de lo que has escrito. AHH, también pienso estar en Brasil para el mundial del 2014, tal vez nos veamos por allá ;) Saludos!! Mike.

Que nos deparará el futuro? alguien lo sabe?
Ojalá tengamos la sapiencia necesaria para construir algo mejor para nuestros hijos al tiempo que enderezar tantas cosas torcidas en este ya largo camino. Para tener no debería hacer falta enterrar los principios que la mayoría de nuestros padres nos inculcaron, son cosas que definitivamente y aunque ·el fin justifica los medios" no están bien.
Que lastimoso cuando nos detenemos a pensar en todo ello. Nuevamente, estoy feliz por tu regreso.
La misma compatriota de un post anterior.

Publicar un comentario

Acerca de mi

Yo:el cubano de la isla
De:La Habana, Cuba
Soy:un tipo común que mira y mira y cada vez entiende menos

 

Ya Cortazar lo contó una vez de esta forma...


La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo... Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podí­a ser una casa, quizás un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.