jueves, octubre 25, 2007

Un comentario más

Más de 200 comentarios merecen un post de celebración, sin embargo cualquiera que haya tenido la paciencia y el hígado para leerlos todos se habrá dado cuenta que no son tiempos de tirar cohetes y serpentinas. En el poco tiempo que tengo por estos días comencé a darle vueltas al asunto y al final decidí hacer lo más sano para mi salud mental: olvidarme de los comentarios y esperar que saltara alguna idea que mereciera convertirse en post. Pero la espera al final resultó demasiado fecunda y no vino una idea, sino tres, de la mano de cosas tan dispares como el doctor House, un documental sobre la guerra civil española, y una canción de Fito Páez.

Gregory House me vino a la mente como respuesta al comportamiento incontrolado y malsano que comenzaron a tener muchos comentarios, que parecían seguir un patrón muy parecido al que tienen las células del cuerpo humano cuando se enferman de cáncer, pues cada respuesta parecía ser peor que el comentario que la había originado.

Traté de imaginarme entonces sentado en un parque de la Habana, frente a un sudoroso House que solo hace quejarse del calor, y soltar irónicas comparaciones entre el comunismo y el infierno. Supongo que el hecho de que sea una fantasía me exime de dar muchas explicaciones al respecto, pero cualquiera que conozca algo del carácter del "buen" doctor podrá darse cuenta de que existen múltiples razones que podrían haberlo traído a la Habana. Para House, violar las leyes del departamento del tesoro que prohíben a todo ciudadano norteamericano viajar a cuba sin un permiso especial, resultaría un placer casi orgásmico. Si de paso, surge la oportunidad de demostrar que la medicina cubana no es la gran cosa que cierto señor pregona por ahí, ya tendríamos dos motivos redondos. Para terminar, agregamos la foto de alguna mulata bien formada que House se encontró en internet, y entonces tendremos no una, sino tres buenas razones para montarse en un avión y volar a Cuba a través de México o Canadá.

Volviendo al parque donde ocurre mi encuentro imaginario, le extiendo a House un manojo de hojas donde he impreso los comentarios a mi último post, y me quedo a la espera de que se haga el milagro del diagnostico. House apenas lee unos cuantos y luego, casi con desgano expresa una palabra desconocida y se queda mirándome con su cara de "a veces me agobia ser tan bueno".

"Glosolalia", es la palabra que ha dicho House, y como no tengo la menor idea de que significa me he tenido que aguantar la curiosidad toda la tarde (he llevado a House a Guanabacoa pues quería presenciar un toque de santo). Ya de regreso en casa, he buscado en la Encarta y me he enterado al fin del motivo de la epidemia que se ha desatado en el blog. Resulta que la Glosolalia, más que una enfermedad parece ser "un término religioso para designar la práctica de hablar en un estado de éxtasis o trance y, en consecuencia, con un modelo de lenguaje diferente de los normalmente inteligibles." En la wikipedia encuentro más datos: en terminología médica, se refiere a una enfermedad que afecta al lenguaje, que consiste en la invención de palabras adjudicándoles un significado.

Entonces todo queda claro para mí. House sigue siendo un médico genial, y el calor del Caribe no ha afectado para nada su tremenda capacidad de diagnostico. La Glosolalia explica perfectamente el porqué tantas personas han intentado hablar de un mismo tema sin poder entenderse y llegando a tales grados de crispación. Resulta que están hablando lenguajes diferentes, usando una "segunda lengua", llena de términos sin ningún significado para la otra persona. Por supuesto que resulta imposible que alguien pueda sacar algo útil de una conversación que se lleva en varios idiomas diferentes, y mucho menos cuando ocurre bajo los efectos de "éxtasis místico" o histeria, como aparece descrito en la documentación que he encontrado.

Ya un poco más tranquilo sobre el suceso que ha disparado los comentarios en mi blog, he intentado pasar un fin de semana hogareño, preparándome para una semana que promete ser agobiante. Haciendo zapping en mi tv (ya tenemos 4 canales, suficiente para hacer zapping durante 1 minuto y medio) me he encontrado un documental sobre la historia de la guerra civil española, que cuenta los últimos tiempos de la república, la guerra y el ascenso final de Franco al poder.

Saltarme algunos convencionalismos me permite afirmar que el documental resulta "descojonante", pues no existe espectáculo más triste que el de una guerra civil, donde un mismo pueblo se ataca y se defiende de sí mismo. Reflexionar un poco sobre el tema, y llevarlo a los debates exasperantes que se han desatado en el blog me ha llevado a pensar que el mayor peligro que existe para un pueblo es dejarse llevar por los cantos de sirena de las ideas radicales.

Llamo ideas radicales a los polos opuestos que pueden salir de cualquier debate o conversación, sea política, económica o deportiva. La idea radical no intenta mejorar la idea rival, intenta sobre todas las cosas, negarla, desaparecerla, volverla nada. Las ideas radicales incluso suelen intentar justificar su existencia mas por los defectos de la idea contraria, que por sus propias virtudes.

Por otro lado, intentar distanciarme de las ideas radicales, me lleva indefectiblemente a estar en el medio. El gris y vilipendiado medio, la histórica posición de los cobardes, los indecisos, y los flojos de carácter.

La fuerza de este argumento podría haberme alejado de mi conclusión original, pero las imágenes del documental en España y las lecciones de la historia, me dan esta vez un nuevo punto de reflexión. Veo el medio entonces como la única posición que permite ver el lado bueno y el lado malo de las ideas extremas de un problema o situación. Veo el medio, como la trinchera más difícil, donde hay que estar dispuesto a luchar no contra un rival, como cada uno de los radicales, sino contra los dos al mismo tiempo.

Asumo entonces que la postura que estoy dispuesto a asumir en los problemas de mi país (y en su propia historia), pasa por el intento de mantenerme lo más fiel posible al epicentro del problema, alejándome de los extremos radicales, que solo tienen en común, el hecho de intentar prevalecer más por la rigidez e intransigencia con que defienden sus ideales, que por la fortaleza y seriedad de estos.

Para terminar este post de tantas palabras y tan poco sentido, me agarro a esa canción genial de Fito Páez que parece haber sido escrita para ser usada en situaciones como esta:

"…en tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos, en tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos, habrá que declararse incompetente en todas las materias del mercado, habrá que declararse un inocente o habrá que ser abyecto y desalmado

…yo ya no pertenezco a ningún istmo, me considero vivo y enterrado… tendré que hacer lo que es y no debido, tendré que hacer el bien y hacer el daño, no olvides que el perdón es lo divino, y errar a veces suele ser humano"

martes, octubre 09, 2007

El "argentino" desconocido

Prision Break se terminó (y Deadwood también pero eso merece un post aparte), sin embargo al parecer las series de la madrugada llegaron para quedarse, y hoy se trasmitió el primer capitulo de "Héroes", una serie que cuenta la historia de un grupo de personas con características sobrenaturales que intentan salvar al mundo. Un rato antes la TV había proyectado "Diarios de motocicleta", la excelente película que narra el viaje del Che Guevara y Alberto Granados por América Latina en el año 1952. Y en principio la serie "Héroes" y la película de Walter Selles no deberían tener mucho en común, sin embargo…

Resulta que si usted intenta pensar en alguien con características sobrenaturales que intentó cambiar el mundo puede que le llegue a la mente el nombre del Ernesto Guevara. Y en mi modesta opinión, seria un razonamiento bastante acertado. A los que intenten replicar con el hecho de que Guevara no podía adivinar el futuro o atravesar paredes como para recibir un adjetivo tan impactante, bastaría con invitarlos a adentrarse un poco en la vida de ese hombre extraordinario, cuya voluntad y capacidad de sacrificio lo diferenciaron del resto y lo llevaron a convertirse en el mito que es hoy día.

Porque la triste realidad es que, dentro y fuera de Cuba, el Che Guevara se ha convertido en un mito que impacta mas por su fotogenia que por lo revolucionario de sus ideas. Y a pesar de tantas imágenes suyas, y de tanta propaganda oficial, lo cierto es que su ejemplo y su pensamiento están tan lejos de la realidad cubana actual, como el sueño del "hombre nuevo" de las personas de carne y hueso que caminan a mi lado en las calles de esta ciudad.

Ya metido en el tema, decido echar a un lado el montón de cosas que aun tengo por hacer y me pongo a rebuscar en el cajón de libros que esperan su turno para ser leídos. Después de algún esfuerzo y mucho reguero salgo con "Apuntes críticos a la economía política", de Ernesto Guevara. Le quito el polvo al libro y leo algunas páginas al azar. La mayor parte del texto son apuntes del Che a libros de economía política, sobre todo de autores soviéticos. También hay alguna entrevista y un par de cartas. Con el paso de las páginas dos ideas comienzan a prevalecer sobre el resto: la primera es la imagen del Che como un sujeto inteligente que busca continuamente el debate y la reflexión, con una sinceridad provocadora que lo podía hacer pasar por un tipo algo hostil a los ojos de algunas personas.

Lo segundo es constatar que las ideas del Che son, para mi, utopías de alcance bíblico. El Che confiaba en que la nueva sociedad comunista tendría sus bases en un nuevo tipo de hombre, con una conciencia social y un compromiso a prueba de balas. En mi modesta opinión, la sociedad debe construirse de manera que obligue indirectamente al hombre a seguir determinados caminos, pero debe estar basada en mecanismos más reales que la confianza. El hombre nuevo me parece más un fenómeno cultural y sociológico que una meta política. Es como equivocar el orden de los pasos en la construcción de un edificio y poner las columnas debajo de los cimientos.

No pudo darme ahora el lujo de una larga reflexión sobre el tema, y antes de intentar llegar a alguna conclusión de 5 minutos prefiero terminar con un fragmento de una carta del Che que incluye el libro, y que resulta mucho más reveladora de su personalidad que cualquiera de los spots de TV que se ponen continuamente en recuerdo a los 40 años de de su muerte.

Es parte de la respuesta de Ernesto Guevara a una persona (quizás un economista) que le hizo llegar una carta con algunas reflexiones sobre temas económicos en las que discrepaba de los razonamientos del entonces ministro de Industrias. Como respuesta, el Che escribió:

"No pretendo haber terminado el tema ni mucho menos establecido el 'amen' papal sobre estas y otras contradicciones. Desgraciadamente, a los ojos de la mayoría de nuestro pueblo, y a los míos propios, llega más la apología de un sistema que el análisis científico de él.

Esto no nos ayuda en el trabajo de esclarecimiento y todo nuestro esfuerzo está destinado a invitar a pensar, a abordar el marxismo con la seriedad que esta gigantesca doctrina merece.

Por ello, porque piensa, le agradezco su carta; lo de menos es que no estemos de acuerdo"

Opinión Pública

En los últimos tiempos la TV cubana ha ido sufriendo algunas transformaciones curiosas. La primera y más evidente de ellas es que ahora hay al menos un canal que trasmite las 24 horas del día, con una programación bastante entretenida y variada (gracias, entre otras cosas a una de las pocas cosas positivas que tiene el bloqueo: las series de tv americanas que se pueden descargar de internet y poner libre de pago).

Una transformación un poco más sutil pero no menos importante es que, con la enfermedad del "bloguero del Granma", han desaparecido los grandes discursos que encadenaban los canales y que hacían que los bancos de alquiler de películas clandestinos duplicaran sus ganancias.

La tercera y en mi opinión, la más importante, es la imagen de Raúl Castro aprovechando cada entrevista, para hacerle un llamado a los periodistas que en ese momento lo rodean, a asumir su compromiso de escribir "la verdad" sobre los temas que realmente resulten problemáticos e importantes para la sociedad cubana.

Raúl Castro habla de buscar "el lugar correcto, la ocasión correcta y las palabras correctas" para tocar las cuestiones espinosas que complican y ahogan la vida diaria de los cubanos, y yo, mientras lo escucho, comienzo a imaginarme enseguida el tremendo dolor de cabeza que resultará para los atribulados periodistas el tener que entrar en "aguas poco claras" con tanto llamado a la corrección. Supongo que deben estarse sintiendo como el niño al que la madre autoriza a tomar un pedazo "no muy grande" del dulce que está sobre la mesa.

Sin embargo, a pesar de todos los pesares, la idea de recuperar el papel de la prensa es positiva y altamente necesaria en una sociedad que se encuentra totalmente desprovista de una de sus armas fundamentales: la opinión pública.
Comencemos a darle vueltas al tema y elaboremos un párrafo lleno de afirmaciones:

Si usted vive en Cuba…

Está en todo su derecho de tener su propia opinión… deportiva. Puede estar de acuerdo o no con… los integrantes del equipo de béisbol. Cualquiera puede disentir sobre la designación… del cuarto bate del equipo. Si es entrevistado por la radio o la TV usted podrá criticar abiertamente la última decisión tomada por… el director del equipo, y su opinión será trasmitida sin problemas (a menos que usted use un lenguaje vulgar para expresarse como el de cierto bloguero por ahí).

Sin embargo si trasladamos este párrafo a la política, o más que política, a la gestión del estado, porque para eso vivimos en una sociedad socialista, donde no hay políticos sino cuadros, donde no hay partidos, sino "el inmortal", entonces tendremos que ajustar algunas oraciones.

Y usted seguirá siendo libre de tener una opinión, pero si no concuerda con la de las páginas del Granma, usted haría mejor en callársela en cualquier evento oficial. Usted puede estar de acuerdo o no con los ministros… pero no tendrá ni la mas mínima opción de revocarlos de sus cargos a pesar de lo mal que ande su ramo. Si es entrevistado por la radio o la tv y producto de un angustioso viaje en el camello se atreve a decir lo que piensa (sin pensárselo dos veces) pues puede que no le suceda nada pero su opinión desaparecerá como por arte de magia en el proceso de edición y las melodiosas palabras que escogió para expresarse terminaran por irse a la… basura.

En fin, que somos una sociedad pluralista y efectiva en términos beisboleros, pero en términos políticos, económicos, o de cualquier índole relacionada con la gestión del país, la consigna parece ser otra:

"Dejen todo en nuestras manos que ya sabemos lo que tenemos que hacer. Confíen en nosotros y váyanse a sus casas, a vivir tranquilamente. Ya avisaremos cuando han de ser útiles, cuando han de marchar por la plaza coreando tal consigna y dando vivas a fulano o a mengano".

Y con esto no quiero decir que no existan personas que se sientan orgullosas de ir a la plaza a corear tal y más cual consigna. Lo que quiero decir es que realmente hay otro grupo de personas a las que más que marchar o gritar, les gustaría encerrarse un par de días con el ministro de la pesca, de la agricultura o del turismo para revisar sus números e informes, y compararlos con la realidad de sus bolsillos y de sus refrigeradores.
Sin embargo esta última opción luce algo descabellada, pues los ministros mal podrían hacer su trabajo si tuvieran que dedicar parte de su tiempo a reunirse con cada ciudadano insatisfecho que aparezca en el ministerio, inconforme con algún servicio o producto.

Lo más lógico resulta que cada cierto tiempo exista un proceso de validación y cambio, en el que los ciudadanos ejerzan su opinión sobre la manera en que las personas que están a cargo de administrar los recursos del país (porque en realidad si quitamos el maquillaje de las ideologías, un país lo que necesita son buenos administradores), y decidan si dar un voto de confianza o de castigo a los que en ese momento "dirigen el barco".

En Cuba tenemos un proceso similar, llamado "proceso de rendición de cuentas", donde el delegado de la circunscripción se para en la picota publica a explicar su gestión al conjunto de electores que votó (o no) por él.

Y con esta simple solución todo debería quedar resuelto, si no fuera por el pequeño detalle de que este delegado de circunscripción viene a ser en el gobierno, si continuamos con nuestra similitud beisbolera, algo así como el carga bates (en el fútbol seria el tipo que en el banquillo se encarga de mantener a una buena temperatura los pomos de agua que se beben los jugadores en el descanso). Es decir, un don nadie, un pobre señor, perdón, un pobre compañero que intentará infructuosamente año tras año que las instituciones y empresas estatales arreglen el farol de la esquina, o pavimenten el enorme bache que convierte la calle en una piscina pública los días de lluvia.

Este compañero es en realidad un "mensajero popular" de escaso vuelo, pues las quejas que puede tramitar están muy bien definidas al ámbito de su barrio o zona. Si usted en un delirio provocado por una fiebre mal contenida intenta tramitar con el compañero algún tema de vital importancia, como la falta de suministro de papel higiénico que sufre el país o el "leve" atraso en el proceso de sustitución de ventanas "polares" en los ómnibus urbanos , el carga bates, perdón, el delegado se encogerá de hombros y esbozará una sonrisa benevolente antes de recordarle a usted, querido compañero, que el ámbito de sus funciones se limita a los problemas locales, como la bombilla del poste, que este año si está a punto de resolver, o el enorme bache, del cual ha recibido una respuesta optimista para el año entrante.

Y fin de la historia, se acabó el alcance de las rendiciones de cuentas, de ahí pa' encima solo queda engancharse en el carro del optimismo, de la larga espera de las cosas que algún día llegaran, que algún día serán resultas.

Después de tanta palabrería para tratar de explicarme a mí mismo lo inexplicable termino enredado en una pregunta malintencionada y peligrosa:
¿Y es que realmente servirá para algo la opinión pública? ¿Acaso podrá explicarse con mi descabellada comparación béisbol-estado, el hecho de que tengamos por un lado al equipo subcampeón del clásico mundial, y por el otro una economía de "recolectores-cazadores"?

Nada, mejor será que no me haga caso y que siga viviendo su vida como hasta ahora…, mire pero no hable, piense pero no opine… debe ser lo mejor… si ellos lo dicen.

PD: Otro asunto son los procesos de elecciones, como las que están a punto de desencadenarse, perdón quise decir desarrollarse, por estos días… pero eso, es harina de otro costal, y tema de otro post.

jueves, octubre 04, 2007

El reino de este mundo

Debe resultar difícil encontrar una persona que en algún momento no se haya sentido impulsada a reflexionar sobre el sentido de su vida, y sobre el sentido de la existencia misma del hombre y su destino. Independientemente de las causas que nos hayan involucrado en una pregunta tan difusa, cuya respuesta suele ser tan útil como inútil, cada cual suele encontrar una salida muy particular, agarrándose con mano firme a los motivos que mueven las ruedas y engranajes de su día a día.

Sin embargo, Alejo Carpentier fue un poco más allá y nos legó una reflexión sublime dentro de las páginas de esa pequeña joya de la literatura cubana que es “El reino de este mundo”. Hace muchos años que leí estas palabras por primera vez, pero no puedo evitar sentir el mismo cosquilleo en el cuerpo ahora que las escribo en este blog:

“Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece o espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansia siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre solo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo.”

Acerca de mi

Yo:el cubano de la isla
De:La Habana, Cuba
Soy:un tipo común que mira y mira y cada vez entiende menos

 

Ya Cortazar lo contó una vez de esta forma...


La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo... Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podí­a ser una casa, quizás un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.