Un comentario más
Más de 200 comentarios merecen un post de celebración, sin embargo cualquiera que haya tenido la paciencia y el hígado para leerlos todos se habrá dado cuenta que no son tiempos de tirar cohetes y serpentinas. En el poco tiempo que tengo por estos días comencé a darle vueltas al asunto y al final decidí hacer lo más sano para mi salud mental: olvidarme de los comentarios y esperar que saltara alguna idea que mereciera convertirse en post. Pero la espera al final resultó demasiado fecunda y no vino una idea, sino tres, de la mano de cosas tan dispares como el doctor House, un documental sobre la guerra civil española, y una canción de Fito Páez.
Gregory House me vino a la mente como respuesta al comportamiento incontrolado y malsano que comenzaron a tener muchos comentarios, que parecían seguir un patrón muy parecido al que tienen las células del cuerpo humano cuando se enferman de cáncer, pues cada respuesta parecía ser peor que el comentario que la había originado.
Traté de imaginarme entonces sentado en un parque de la Habana, frente a un sudoroso House que solo hace quejarse del calor, y soltar irónicas comparaciones entre el comunismo y el infierno. Supongo que el hecho de que sea una fantasía me exime de dar muchas explicaciones al respecto, pero cualquiera que conozca algo del carácter del "buen" doctor podrá darse cuenta de que existen múltiples razones que podrían haberlo traído a la Habana. Para House, violar las leyes del departamento del tesoro que prohíben a todo ciudadano norteamericano viajar a cuba sin un permiso especial, resultaría un placer casi orgásmico. Si de paso, surge la oportunidad de demostrar que la medicina cubana no es la gran cosa que cierto señor pregona por ahí, ya tendríamos dos motivos redondos. Para terminar, agregamos la foto de alguna mulata bien formada que House se encontró en internet, y entonces tendremos no una, sino tres buenas razones para montarse en un avión y volar a Cuba a través de México o Canadá.
Volviendo al parque donde ocurre mi encuentro imaginario, le extiendo a House un manojo de hojas donde he impreso los comentarios a mi último post, y me quedo a la espera de que se haga el milagro del diagnostico. House apenas lee unos cuantos y luego, casi con desgano expresa una palabra desconocida y se queda mirándome con su cara de "a veces me agobia ser tan bueno".
"Glosolalia", es la palabra que ha dicho House, y como no tengo la menor idea de que significa me he tenido que aguantar la curiosidad toda la tarde (he llevado a House a Guanabacoa pues quería presenciar un toque de santo). Ya de regreso en casa, he buscado en la Encarta y me he enterado al fin del motivo de la epidemia que se ha desatado en el blog. Resulta que la Glosolalia, más que una enfermedad parece ser "un término religioso para designar la práctica de hablar en un estado de éxtasis o trance y, en consecuencia, con un modelo de lenguaje diferente de los normalmente inteligibles." En la wikipedia encuentro más datos: en terminología médica, se refiere a una enfermedad que afecta al lenguaje, que consiste en la invención de palabras adjudicándoles un significado.
Entonces todo queda claro para mí. House sigue siendo un médico genial, y el calor del Caribe no ha afectado para nada su tremenda capacidad de diagnostico. La Glosolalia explica perfectamente el porqué tantas personas han intentado hablar de un mismo tema sin poder entenderse y llegando a tales grados de crispación. Resulta que están hablando lenguajes diferentes, usando una "segunda lengua", llena de términos sin ningún significado para la otra persona. Por supuesto que resulta imposible que alguien pueda sacar algo útil de una conversación que se lleva en varios idiomas diferentes, y mucho menos cuando ocurre bajo los efectos de "éxtasis místico" o histeria, como aparece descrito en la documentación que he encontrado.
Ya un poco más tranquilo sobre el suceso que ha disparado los comentarios en mi blog, he intentado pasar un fin de semana hogareño, preparándome para una semana que promete ser agobiante. Haciendo zapping en mi tv (ya tenemos 4 canales, suficiente para hacer zapping durante 1 minuto y medio) me he encontrado un documental sobre la historia de la guerra civil española, que cuenta los últimos tiempos de la república, la guerra y el ascenso final de Franco al poder.
Saltarme algunos convencionalismos me permite afirmar que el documental resulta "descojonante", pues no existe espectáculo más triste que el de una guerra civil, donde un mismo pueblo se ataca y se defiende de sí mismo. Reflexionar un poco sobre el tema, y llevarlo a los debates exasperantes que se han desatado en el blog me ha llevado a pensar que el mayor peligro que existe para un pueblo es dejarse llevar por los cantos de sirena de las ideas radicales.
Llamo ideas radicales a los polos opuestos que pueden salir de cualquier debate o conversación, sea política, económica o deportiva. La idea radical no intenta mejorar la idea rival, intenta sobre todas las cosas, negarla, desaparecerla, volverla nada. Las ideas radicales incluso suelen intentar justificar su existencia mas por los defectos de la idea contraria, que por sus propias virtudes.
Por otro lado, intentar distanciarme de las ideas radicales, me lleva indefectiblemente a estar en el medio. El gris y vilipendiado medio, la histórica posición de los cobardes, los indecisos, y los flojos de carácter.
La fuerza de este argumento podría haberme alejado de mi conclusión original, pero las imágenes del documental en España y las lecciones de la historia, me dan esta vez un nuevo punto de reflexión. Veo el medio entonces como la única posición que permite ver el lado bueno y el lado malo de las ideas extremas de un problema o situación. Veo el medio, como la trinchera más difícil, donde hay que estar dispuesto a luchar no contra un rival, como cada uno de los radicales, sino contra los dos al mismo tiempo.
Asumo entonces que la postura que estoy dispuesto a asumir en los problemas de mi país (y en su propia historia), pasa por el intento de mantenerme lo más fiel posible al epicentro del problema, alejándome de los extremos radicales, que solo tienen en común, el hecho de intentar prevalecer más por la rigidez e intransigencia con que defienden sus ideales, que por la fortaleza y seriedad de estos.
Para terminar este post de tantas palabras y tan poco sentido, me agarro a esa canción genial de Fito Páez que parece haber sido escrita para ser usada en situaciones como esta:
"…en tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos, en tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos, habrá que declararse incompetente en todas las materias del mercado, habrá que declararse un inocente o habrá que ser abyecto y desalmado
…yo ya no pertenezco a ningún istmo, me considero vivo y enterrado… tendré que hacer lo que es y no debido, tendré que hacer el bien y hacer el daño, no olvides que el perdón es lo divino, y errar a veces suele ser humano"
Gregory House me vino a la mente como respuesta al comportamiento incontrolado y malsano que comenzaron a tener muchos comentarios, que parecían seguir un patrón muy parecido al que tienen las células del cuerpo humano cuando se enferman de cáncer, pues cada respuesta parecía ser peor que el comentario que la había originado.
Traté de imaginarme entonces sentado en un parque de la Habana, frente a un sudoroso House que solo hace quejarse del calor, y soltar irónicas comparaciones entre el comunismo y el infierno. Supongo que el hecho de que sea una fantasía me exime de dar muchas explicaciones al respecto, pero cualquiera que conozca algo del carácter del "buen" doctor podrá darse cuenta de que existen múltiples razones que podrían haberlo traído a la Habana. Para House, violar las leyes del departamento del tesoro que prohíben a todo ciudadano norteamericano viajar a cuba sin un permiso especial, resultaría un placer casi orgásmico. Si de paso, surge la oportunidad de demostrar que la medicina cubana no es la gran cosa que cierto señor pregona por ahí, ya tendríamos dos motivos redondos. Para terminar, agregamos la foto de alguna mulata bien formada que House se encontró en internet, y entonces tendremos no una, sino tres buenas razones para montarse en un avión y volar a Cuba a través de México o Canadá.
Volviendo al parque donde ocurre mi encuentro imaginario, le extiendo a House un manojo de hojas donde he impreso los comentarios a mi último post, y me quedo a la espera de que se haga el milagro del diagnostico. House apenas lee unos cuantos y luego, casi con desgano expresa una palabra desconocida y se queda mirándome con su cara de "a veces me agobia ser tan bueno".
"Glosolalia", es la palabra que ha dicho House, y como no tengo la menor idea de que significa me he tenido que aguantar la curiosidad toda la tarde (he llevado a House a Guanabacoa pues quería presenciar un toque de santo). Ya de regreso en casa, he buscado en la Encarta y me he enterado al fin del motivo de la epidemia que se ha desatado en el blog. Resulta que la Glosolalia, más que una enfermedad parece ser "un término religioso para designar la práctica de hablar en un estado de éxtasis o trance y, en consecuencia, con un modelo de lenguaje diferente de los normalmente inteligibles." En la wikipedia encuentro más datos: en terminología médica, se refiere a una enfermedad que afecta al lenguaje, que consiste en la invención de palabras adjudicándoles un significado.
Entonces todo queda claro para mí. House sigue siendo un médico genial, y el calor del Caribe no ha afectado para nada su tremenda capacidad de diagnostico. La Glosolalia explica perfectamente el porqué tantas personas han intentado hablar de un mismo tema sin poder entenderse y llegando a tales grados de crispación. Resulta que están hablando lenguajes diferentes, usando una "segunda lengua", llena de términos sin ningún significado para la otra persona. Por supuesto que resulta imposible que alguien pueda sacar algo útil de una conversación que se lleva en varios idiomas diferentes, y mucho menos cuando ocurre bajo los efectos de "éxtasis místico" o histeria, como aparece descrito en la documentación que he encontrado.
Ya un poco más tranquilo sobre el suceso que ha disparado los comentarios en mi blog, he intentado pasar un fin de semana hogareño, preparándome para una semana que promete ser agobiante. Haciendo zapping en mi tv (ya tenemos 4 canales, suficiente para hacer zapping durante 1 minuto y medio) me he encontrado un documental sobre la historia de la guerra civil española, que cuenta los últimos tiempos de la república, la guerra y el ascenso final de Franco al poder.
Saltarme algunos convencionalismos me permite afirmar que el documental resulta "descojonante", pues no existe espectáculo más triste que el de una guerra civil, donde un mismo pueblo se ataca y se defiende de sí mismo. Reflexionar un poco sobre el tema, y llevarlo a los debates exasperantes que se han desatado en el blog me ha llevado a pensar que el mayor peligro que existe para un pueblo es dejarse llevar por los cantos de sirena de las ideas radicales.
Llamo ideas radicales a los polos opuestos que pueden salir de cualquier debate o conversación, sea política, económica o deportiva. La idea radical no intenta mejorar la idea rival, intenta sobre todas las cosas, negarla, desaparecerla, volverla nada. Las ideas radicales incluso suelen intentar justificar su existencia mas por los defectos de la idea contraria, que por sus propias virtudes.
Por otro lado, intentar distanciarme de las ideas radicales, me lleva indefectiblemente a estar en el medio. El gris y vilipendiado medio, la histórica posición de los cobardes, los indecisos, y los flojos de carácter.
La fuerza de este argumento podría haberme alejado de mi conclusión original, pero las imágenes del documental en España y las lecciones de la historia, me dan esta vez un nuevo punto de reflexión. Veo el medio entonces como la única posición que permite ver el lado bueno y el lado malo de las ideas extremas de un problema o situación. Veo el medio, como la trinchera más difícil, donde hay que estar dispuesto a luchar no contra un rival, como cada uno de los radicales, sino contra los dos al mismo tiempo.
Asumo entonces que la postura que estoy dispuesto a asumir en los problemas de mi país (y en su propia historia), pasa por el intento de mantenerme lo más fiel posible al epicentro del problema, alejándome de los extremos radicales, que solo tienen en común, el hecho de intentar prevalecer más por la rigidez e intransigencia con que defienden sus ideales, que por la fortaleza y seriedad de estos.
Para terminar este post de tantas palabras y tan poco sentido, me agarro a esa canción genial de Fito Páez que parece haber sido escrita para ser usada en situaciones como esta:
"…en tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos, en tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos, habrá que declararse incompetente en todas las materias del mercado, habrá que declararse un inocente o habrá que ser abyecto y desalmado
…yo ya no pertenezco a ningún istmo, me considero vivo y enterrado… tendré que hacer lo que es y no debido, tendré que hacer el bien y hacer el daño, no olvides que el perdón es lo divino, y errar a veces suele ser humano"