viernes, enero 18, 2008

Lo dice Buena Fe

Como las musas van siempre "libre de culpas"
El tiempo es quien se bebe los empeños que le importan
El éxito maldito cobra un precio muy violento
Masoquismo a largo plazo y exigencia de luz corta


PD: Este es un post ultra-rápido y no planificado (aprovechando circunstancias favorables), para aclarar ciertos reclamos recibidos. Buena Fe es un grupo musical cubano que me gusta mucho y a cuyas letras suelo acudir con alguna frecuencia, sobre todo cuando sus textos expresan el mensaje que quiero trasmitir y lo hacen además con maneras mucho mas líricas que las mías.

martes, enero 08, 2008

Hambriento y Alocado

A primera vista el título de este post parece sacado de una película porno, o de una obra de teatro gay muy postmoderna. Nada más alejado de la verdad. Es una frase extraída del memorable discurso con que Steve Jobs despidió a la graduación del 2005 de la universidad de Stanford. ¿Steve quien? Jobs, el fundador de Apple, la empresa que inventó algunas de estas cosas: Macintosh, iMac, iTunes, iPod, iPhone (si ninguna de estas palabras le resulta conocida, seguramente se debe a que usted es alguien muy espiritual y alejado de la tecnología... o vive en Cuba. No se preocupe, ambas cosas tienen su encanto).

El tal fulano Steve, fue el mismo que invirtió su plata en una modesta aventura de animación digital que luego terminó convirtiéndose en Pixar, la de "Toy Story", "Los Increibles", "Monster Inc", "Ratatouille", etc., ganando Oscars y recogiendo millones de dólares en todo el mundo (además de hacer reír a montones de personas sin distinción de edades).

Recuerdo muy bien la primera vez que oí hablar de este señor. Fue hace algunos años cuando yo recién comenzaba a gatear en una Internet tan lenta como difícil de acceder. Por esa época había que aprovechar muy bien el tiempo de conexión y escoger con pinzas los sitios a los que uno quería navegar. En medio de este dilema, con bastante frecuencia yo elegía leerme los artículos de la revista Time que en aquellos años publicaba una versión digital en el sitio de Cnnenespañol. Y un buen día me encontré que Steve Jobs era portada de la revista con un artículo que contaba su exitoso regreso a Apple. Recuerdo que lo que atrajo mi atención era la afirmación de que había vuelto a dirigir la compañía, pero esta vez con un salario de $1 dólar anual, debido al deplorable estado de las finanzas de Apple en aquel momento. Al final termine leyéndome el articulo completo y hoy puedo decir que fue un tiempo muy bien aprovechado. Resultó que Steve Jobs era una de esas personas que se sienten tan motivadas por lo que hacen, que aun sin buscarlo terminan motivando a los demás. En fin, una historia de las que me gustan de verdad.

Volviendo a lo que ha inspirado este post, es un discurso muy sencillo y quizás demasiado melodramático para el gusto de algunos. Pero dejando a un lado las capas de la cebolla, en su interior es un texto muy sincero y profundamente motivador que repite algunas viejas verdades que uno ha oído muchas veces, pero esta vez coherentemente soportadas por una vida muy bien aprovechada.

Resulta además, que el tema de aprovechar el tiempo y la vida suele ser una de mis obsesiones. No es casualidad entonces que después de la agradable sorpresa que ha sido descubrir un texto así, justo a principios de año, haya decidido adoptarlo como una declaración de intenciones, que ahora tengo la intención de compartir con los atrevidos que de vez en cuando pasan por esta isla.

Los invito a todos a leer el discurso, y a sumarse a la lista de los que pretenden entrarle a este nuevo año por los ojos. Hambrientos y Alocados.

PD: Por si las moscas, Steve Jobs no es un gurú espiritual ni nada por el estilo, es un capitalista con todo lo bueno y lo malo que suele ir asociado a esa afirmación. Disculpen por anticiparme a algún comentario que intente resaltar este detalle.

Acerca de mi

Yo:el cubano de la isla
De:La Habana, Cuba
Soy:un tipo común que mira y mira y cada vez entiende menos

 

Ya Cortazar lo contó una vez de esta forma...


La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo... Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podí­a ser una casa, quizás un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.