A primera vista el título de este post parece sacado de una película porno, o de una obra de teatro gay muy postmoderna. Nada más alejado de la verdad. Es una frase extraída del memorable discurso con que Steve Jobs despidió a la graduación del 2005 de la universidad de Stanford. ¿Steve quien? Jobs, el fundador de Apple, la empresa que inventó algunas de estas cosas: Macintosh, iMac, iTunes, iPod, iPhone (si ninguna de estas palabras le resulta conocida, seguramente se debe a que usted es alguien muy espiritual y alejado de la tecnología... o vive en Cuba. No se preocupe, ambas cosas tienen su encanto).
El tal fulano Steve, fue el mismo que invirtió su plata en una modesta aventura de animación digital que luego terminó convirtiéndose en Pixar, la de "Toy Story", "Los Increibles", "Monster Inc", "Ratatouille", etc., ganando Oscars y recogiendo millones de dólares en todo el mundo (además de hacer reír a montones de personas sin distinción de edades).
Recuerdo muy bien la primera vez que oí hablar de este señor. Fue hace algunos años cuando yo recién comenzaba a gatear en una Internet tan lenta como difícil de acceder. Por esa época había que aprovechar muy bien el tiempo de conexión y escoger con pinzas los sitios a los que uno quería navegar. En medio de este dilema, con bastante frecuencia yo elegía leerme los artículos de la revista Time que en aquellos años publicaba una versión digital en el sitio de Cnnenespañol. Y un buen día me encontré que Steve Jobs era portada de la revista con un artículo que contaba su exitoso regreso a Apple. Recuerdo que lo que atrajo mi atención era la afirmación de que había vuelto a dirigir la compañía, pero esta vez con un salario de $1 dólar anual, debido al deplorable estado de las finanzas de Apple en aquel momento. Al final termine leyéndome el articulo completo y hoy puedo decir que fue un tiempo muy bien aprovechado. Resultó que Steve Jobs era una de esas personas que se sienten tan motivadas por lo que hacen, que aun sin buscarlo terminan motivando a los demás. En fin, una historia de las que me gustan de verdad.
Volviendo a lo que ha inspirado este post, es un discurso muy sencillo y quizás demasiado melodramático para el gusto de algunos. Pero dejando a un lado las capas de la cebolla, en su interior es un texto muy sincero y profundamente motivador que repite algunas viejas verdades que uno ha oído muchas veces, pero esta vez coherentemente soportadas por una vida muy bien aprovechada.
Resulta además, que el tema de aprovechar el tiempo y la vida suele ser una de mis obsesiones. No es casualidad entonces que después de la agradable sorpresa que ha sido descubrir un texto así, justo a principios de año, haya decidido adoptarlo como una declaración de intenciones, que ahora tengo la intención de compartir con los atrevidos que de vez en cuando pasan por esta isla.
Los invito a todos a leer el
discurso, y a sumarse a la lista de los que pretenden entrarle a este nuevo año por los ojos. Hambrientos y Alocados.
PD: Por si las moscas, Steve Jobs no es un gurú espiritual ni nada por el estilo, es un capitalista con todo lo bueno y lo malo que suele ir asociado a esa afirmación. Disculpen por anticiparme a algún comentario que intente resaltar este detalle.