miércoles, diciembre 03, 2008

Un tipo con suerte


Si un par de semanas atrás alguien me hubiera preguntado si conocía a Adam Neate, seguramente me hubiera encogido de hombros, poniendo esa expresión de cuando uno no tiene la menor idea acerca de lo que le están hablando. Sin embargo, si hoy me repitieran la misma pregunta, mi respuesta seria inmediata: ¿Adam Neate? Claro que lo conozco, Adam Neate es un tipo con suerte.

La historia de este sujeto, nacido en Inglaterra en el año 1977, resulta muy curiosa. Desde una edad bastante temprana, el niño Adam mostró cierta inclinación por la pintura, sobre todo en su versión más popular y callejera: el grafiti. Adam se sentía atraído por el hermoso colorido de algunas de las pinturas que adornaban paredes y muros, y buscó documentarse sobre el tema con libros como "Spray can Art" y "Subway Art" que tomaba prestados de las bibliotecas.

Luego de graduarse como diseñador, Adam Neate se mudó a Londres y comenzó a trabajar en una agencia de publicidad. Pero no abandonó la pintura y fue en esta época que, como alternativa al alto costo de los lienzos, comenzó a realizar sus obras sobre trozos de cajas de cartón que recogía en las calles.

Las primeras pinturas que realizó Adam Neate se las regalaba a sus amigos, las llevaba a tiendas de segunda mano o las donaba a instituciones de caridad para que obtuvieran dinero con su venta. Pero como Adam Neate era un sujeto totalmente desconocido en el mundo del arte, sus pinturas raramente se vendían. Ante la imposibilidad de regalar o vender sus obras, Adam Neate decidió entonces asumir una nueva estrategia de "distribución": comenzó a abandonar sus pinturas en la calle: en las puertas de los establecimientos, en las farolas de los parques, bajo los puentes o alrededor de las vías de tren. El objetivo era que fueran vistas por la mayor cantidad de personas posibles y que cualquiera que se interesara por ellas pudiera quedársela sin más trámites. Adam Neate era un tipo bastante prolífico que podía pintar hasta 20 obras en una noche. En un periodo de cinco años, habría de "abandonar" en las calles de Londres algunos miles de estas pinturas realizas sobre trozos de cajas de cartón.

Aunque hasta este momento Adam Neate se había mantenido alejado del circuito de las galerías de arte, en el año 2007 recibió una invitación para realizar una exposición y a partir de ese momento comenzó a cambiar visiblemente la apreciación general sobre sus obras. En Diciembre del 2007, Neate pintó su obra "Suicide Bomber", que posteriormente habría de ser vendida en Sotheby’s en £ 78.500 (más de 80.000 dólares).

Pero lo sorprendente de esta historia es que a pesar de haber alcanzado el éxito comercial (sus pinturas se vendían en las galerías de arte con precios entre $1.500 y $7.500), Adam Neate no abandonó sus orígenes y durante la noche del 14 de noviembre de este año 2008 volvió a sus antiguas "trastadas", abandonando 1000 obras en la ciudad de Londres.

Esta vez hubo mucha gente que las recogió. Unos para conservarlas, otros para venderlas. Adam Neate ni siquiera se molestó con el hecho de alguien pudiera hacer dinero con alguna de las obras que abandonó por la ciudad y lo consideró como un "regalo de navidad". Interrogado por la prensa al respecto de su curiosa forma de distribución, Neate contestó: "Para algunos mis cuadros no tendrán ningún valor, tal vez los tiren a la basura. Tal vez a alguna persona le gusten por lo que son, sin saber nada de mí, y los conserven. Ese concepto me gusta: disfrutar del arte más allá de quien lo haya pintado".

Después de leer esta historia es muy difícil que alguien no coincida con mi afirmación de que Adam Neate es un tipo con suerte. Sin embargo lo que es importante destacar es que esta suerte no comenzó cuando este inglés, amante de la pintura y del grafiti, logró realizar su primera exposición y cobrar su primer cheque de cinco cifras por una de sus obras. La suerte siempre estuvo con él, acompañándolo como una aureola invisible cuando recogía los pedazos de cartón en los que habría de trabajar, cuando pintaba sus obras y muy especialmente, cuando las abandonaba en la calle. Esta capacidad de ser feliz y sostener los sueños, aun sobre trozos de cartón, resulta algo mucho más valioso que un cheque de cinco cifras o una portada de revista.

Así que si por casualidad, resulta que usted se va a Londres y se encuentra una pintura en un parque y le gusta lo que ve, no lo piense demasiado y llévesela a su casa. Seguramente está en presencia de la obra de un tipo con suerte.

Acerca de mi

Yo:el cubano de la isla
De:La Habana, Cuba
Soy:un tipo común que mira y mira y cada vez entiende menos

 

Ya Cortazar lo contó una vez de esta forma...


La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo... Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podí­a ser una casa, quizás un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.