La Rampa según Mario Conde
Subir o bajar: esa fue siempre la cuestión. Porque bajar y subir, subir y bajar La Rampa había sido siempre la primera experiencia extraterritorial del Conde y sus amigos. Tomar la guagua en el barrio y hacer el largo recorrido hasta el Vedado, con el único propósito de subir y bajar, o bajar y subir aquella pendiente luminosa que nacía –o moría- en el mar, decretó para ellos el fin de la niñez y el inicio de la adolescencia como lo había marcado la Campaña de Alfabetización para los hermanos mayores o la iniciación sexual en los barrios de Pajarito y Colon para la generación de sus padres: venia a ser como un acta de Independencia, como sentir que habían crecido alas propias, como saberse física y espiritualmente adultos, aunque en realidad no lo fueran: ni entonces ni nunca. Pero llegaron a creer que todas las fronteras hacia la adultez estaban marcadas por aquella avenida prometedora, levemente pecaminosa para su mística adolescentaria, una pendiente por la cual debían bajar o subir –o subir y bajar- en manadas, con la meta de un helado en la cúspide y el premio del mar –siempre el mar, como la maldita circunstancia- en la sima, aunque solo con el verdadero empeño de subir y bajar La Rampa sin compañías paternas y con la ilusión de encontrar un amor en alguna de sus esquinas...
PD: La Rampa, es el tramo final de la Calle 23 (la calle mas céntrica de la Habana), que va desde de L y 23, esquina de la heladería Coppelia y el Cine Yara (antiguo Radiocentro), en una bajada continua (o subida depende de donde se mire) hasta el mar.
En una de las innumerables subidas y bajadas de La Rampa en estos días de festival de cine, se me metió en la cabeza la idea de rendirle este pequeño tributo a uno de los lugares mágicos de esta ciudad. Acudí entonces a la visión de Mario Conde, el cubanísimo personaje de las novelas policiales de Leonardo Padura. El texto sobre La Rampa es mucho mas largo que este fragmento y está sacado de la novela "Paisaje de Otoño".
Pasando a otro tema, por desgracia el festival de cine se terminó este domingo. Recomendaciones personales: "El jefe de todo esto", "Al otro lado", "2 días en Paris", "Parpados azules", "Buscarest 12:08" y "El hombre inoportuno" (no pude ver "La vida de los otros").
Una anécdota de crónica social: el miércoles de la semana pasada (pasadas las 10 de la noche) me encontré a Gael Garcia Bernal y Diego Luna en la esquina de 23 y 12 conversando en un pequeño grupo de amigos. En el momento en que yo pasaba Gael decía "ayer fuimos al malecón…" pero yo andaba con el tiempo justo para entrar al cine y me quedé sin saber el final de la anécdota. Lo curioso y lo agradable es que este par de talentosos actores mexicanos estaban disfrutando del perfecto anonimato de la noche habanera. Cosas de esta ciudad.
PD: La Rampa, es el tramo final de la Calle 23 (la calle mas céntrica de la Habana), que va desde de L y 23, esquina de la heladería Coppelia y el Cine Yara (antiguo Radiocentro), en una bajada continua (o subida depende de donde se mire) hasta el mar.
En una de las innumerables subidas y bajadas de La Rampa en estos días de festival de cine, se me metió en la cabeza la idea de rendirle este pequeño tributo a uno de los lugares mágicos de esta ciudad. Acudí entonces a la visión de Mario Conde, el cubanísimo personaje de las novelas policiales de Leonardo Padura. El texto sobre La Rampa es mucho mas largo que este fragmento y está sacado de la novela "Paisaje de Otoño".
Pasando a otro tema, por desgracia el festival de cine se terminó este domingo. Recomendaciones personales: "El jefe de todo esto", "Al otro lado", "2 días en Paris", "Parpados azules", "Buscarest 12:08" y "El hombre inoportuno" (no pude ver "La vida de los otros").
Una anécdota de crónica social: el miércoles de la semana pasada (pasadas las 10 de la noche) me encontré a Gael Garcia Bernal y Diego Luna en la esquina de 23 y 12 conversando en un pequeño grupo de amigos. En el momento en que yo pasaba Gael decía "ayer fuimos al malecón…" pero yo andaba con el tiempo justo para entrar al cine y me quedé sin saber el final de la anécdota. Lo curioso y lo agradable es que este par de talentosos actores mexicanos estaban disfrutando del perfecto anonimato de la noche habanera. Cosas de esta ciudad.