La basura de mi vecino

Tengo vecinos nuevos. Llegaron hace algunas semanas, justo antes del ciclón Gustav, a ocupar uno de los apartamentos de los altos de mi edificio. Parecen gente alegre pero tranquila, que viven su vida y no molestan a los demás. Sin embargo, hay un tema que parece anticipar un problema entre nosotros: la basura.
Mis vecinos sacan sus bolsas de basura todos los días y las ponen delante de mi casa para que cuando pase el camión las recoja. Eso estaría bien en una ciudad del primer mundo, pero la Habana no es Tokio ni Berlín y el camión de comunales no pasa todos los días. Cuando eso sucede, las bolsas de mis vecinos se acumulan frente a mi casa, brindando un feo y desagradable espectáculo de insalubridad.
A casi 30 metros existe un tanque para desechos. Mis viejos vecinos y yo acostumbramos a hacer el recorrido todas las noches para evitar el desagradable espectáculo de la basura acumulándose los días en que no pasa el camión. Es un trayecto razonablemente corto que nos ahorra males mayores. Sin embargo mis nuevos vecinos no piensan lo mismo y las bolsas siguen amaneciendo frente a mi casa.
Cuando todo apuntaba a un conflicto entre nosotros se apareció el ciclón Ike, y tras su paso, mis vecinos parecieron tomar conciencia del problema y las bolsas desaparecieron. Fue una decisión excelente pues durante esos días la mayoría de los servicios no funcionaban en esta ciudad y la montaña de bolsas de basura hubiera alcanzado dimensiones bíblicas.
¿Qué puedo decir al respecto? Me sentía realmente feliz pensando que había un problema menos del que tenía que ocuparme en estos días ingratos en que las horas se suelen contar por problemas. Sin embargo ayer, casi a punto de acostarme, salí a tomar el fresco de la madrugada, y me lleve una desagradable sorpresa. Las bolsas de mis vecinos estaban de vuelta. Lo que yo había imaginado como un asunto resuelto era solo una tregua momentánea provocada por los efectos del ciclón. Al parecer mis nuevos vecinos siguen pensado que recorrer 30 metros con la bolsa de la basura es demasiado esfuerzo para ellos, haciendo que el conflicto vuelva a renacer como el ave fénix. Probablemente mañana en la mañana tendremos una conversación sobre el tema y en base a su respuesta veré que medidas debo tomar para resolver este asunto.
Hablar demasiado de uno mismo puede terminar resultando pedante, y más cuando la historia que uno cuenta no resulta muy agradable de por sí. Paso entonces a hablar de las noticias que leo en la prensa o que me envían los amigos que tengo desperdigados por el mundo y que se encargan a cada tanto de ponerme al día de sus propias realidades.
Leo que los EUA han elevado al monto de la ayuda que pretenden enviar a Cuba para remediar los destrozos de los dos huracanes. La cifra ahora ronda los 6,3 millones de dólares. El envío consistiría en planchas corrugadas de zinc, clavos, herramientas, madera, cobertores plásticos y kits ligeros para albergues. Hago un recuento mental sobre las noticias que he leído sobre el tema. Creo recordar que el primer monto era de 100.000 dólares que se canalizarían a través de la oficina de intereses norteamericana (la representación diplomática que tiene USA en Cuba). Luego se empezó a hablar de una ayuda mayor pero condicionada a la vista de inspectores de la USAID (una agencia norteamericana de inspección de desastres y cosas así). Después comenzaron las cifras millonarias (5 millones de dólares) y desapareció la famosa condición de la inspección previa. Ahora son 6,3 millones y algo me dice que la semana que viene el monto puede subir un poco más.
Corro el riesgo de la pedantería al regresar al primer tema de este post, pero el monto de la ayuda involuntariamente me recuerda la tregua que realizó mi vecino durante los días posteriores al ciclón. 6,3 millones de dólares (6.300.000) es una cifra que impresiona cuando uno la escribe en una hoja de papel y la pone justo frente a los ojos. Sin embargo, si luego le damos la vuelta al papel y escribimos por detrás la cifra preliminar de daños y pérdidas a la economía cubana por ambos ciclones, 5 mil millones de dólares (5.000.000.000) entonces la primera cifra que tanto nos impresionó al principio nos parecerá simplemente ridícula.
6,3 millones de dólares, llevados a la lógica de mis nuevos vecinos vienen siendo algo así como 6 días sin bolsas de basura. Casi una semana completa sin preocupaciones sobre el estado de salubridad de la fachada de mi vivienda. Pero lo malo que tienen los buenos tiempos es que siempre se acaban, y al 7mo día todo volverá a ser como antes, y la basura de mis vecinos volverá a entorpecerme la vida.
Decididamente no quiero 6,3 millones de dólares. Lo que realmente necesito es que levanten el embargo que tanto ha ayudado a los malsanos de allá y a los mediocres de aquí a vivir de cuentos y discursos. Pero… ¿Qué digo? Estoy mezclando las cosas y hablando de políticas de ayudas y embargos comerciales como si yo fuera un tipo que entiende de esos temas. Pido perdón a todos los lectores de este blog y reescribo mi pedido en términos más concisos y reales. Solo quiero que mi vecino deje de molestarme con su basura. Y nada más.