mi isla al mediodia

Había que contar la historia de dos niños luchando por mantener su amistad sin caer en cursilerías ni en dramas de telenovela brasileña. Había que mostrar la Cuba de hoy sin dejarse llevar por el discurso ácido y repetitivo (y verídico) de lo malo que está todo (impensable en una película para niños) pero manteniendo el propósito de ser veraz y mostrar "lo que hay" (pues una fábula de Peter Pan, de niños felices que comen perdices nos hubiera dado nauseas a todos).

Era un reto bien difícil que el Sr. Juan Carlos Cremata resolvió con éxito dándonos a cambio una película hermosa, que es a la vez un canto a la amistad, una denuncia contra la intolerancia y un poema de amor a Cuba.

No puedo jactarme de haber visto todo el cine cubano, pero en mi modesta opinión no hay otra película que revele tanto las cosas lindas de nuestro país, las cosas pequeñas, sencillas que dejamos escapar todos los días. Los niños saludando a la bandera, los niños jugando, el cielo, el campo, el barrio. Todo es real pero visto con una mirada cariñosa. Es Cuba vista por los ojos de alguien que la quiere tanto que no dudó en expresarlo hasta en el título.

Felicidades a Cremata por la película y por hacernos un poco mas felices con el hecho de sentirnos cubanos.

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