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Frío, frío, frío


Estoy de fiesta por estos días. Llegó el invierno. Y es que el invierno de nosotros los cubanos es un invierno importado, que depende de las altas y bajas del mercado meteorológico. Este año afortunadamente, un tal “El niño” parece haber logrado que los precios bajen y se vuelvan mas asequibles para un país pobre y bloqueado como es Cuba. Así que ahora ya podemos disfrutar de un poquito de frío.

Y a algún lector de este blog que habite en otras latitudes puede parecerle cosa de locos eso de disfrutar con las bajas temperaturas, pero es que acá en esta isla, el calor hace mucho rato que dejó de ser meramente una molestia o el motivo de un comentario de ocasión, para convertirse definitivamente en un problema político (y por lo tanto un problema sin solución).

Recuerdo como si fuera hoy la primera vez que en la escuela explicaron el tema de las estaciones (primavera, verano, otoño e invierno) y el enorme desencanto que provocó en mi saber que esas fotos preciosas del otoño en los bosques de los Urales, o el invierno en la estepa siberiana (que casualidad, acabo de darme cuenta que todas las fotos en los libros de geografía eran rusas) eran imposibles de ver en mi país. Acá solo existe una estación: el calor.

El asunto es que si usted vive en Europa, seguramente tendrá el privilegio de disfrutar sus temperaturas agradables de primavera, su calorcito en el verano, su fresco en su otoño y su frío (con nieve) en el invierno. Pero sobre todo tiene el lujo de ver como las cosas cambian: florece, calor, se caen las hojas y luego nieva.

Acá no cambia nada… ni el tiempo. Y en primavera florece pero a 35 grados, y en verano te tuestas (o te fríes) en la playa a 37 grados, y en otoño se caen las hojas de algunos árboles que tienen complejo de europeos (pero a 35 grados) y en pleno noviembre si fallan los frentes fríos (por el tema del mercado meteorológico) pues te pones tu ropa y sales a la calle… con 33 grados.

Por eso es que disfruto tanto los lujosos 25 grados de máxima que han anunciado para mañana, por eso es que sonrío feliz mientras escribo esto y me siento parte de esa multitud de habaneros que al primer síntoma de frío (temperatura menos de 30 grados) acude al armario a desempolvar el abrigo, la chaqueta, el sobretodo, la camisa de mangas largas y hasta la bufanda (hay gente para todo).

Y en el fondo creo que es un tema genético o reminiscencias de mi vida anterior (en mi vida anterior creo que fui escocés, y que conste que no es por el “distilled in scotland ”, sino por los paisajes de los pastos escoceses, cada vez que los veo me dan una cosa así…, algo inexplicable.

Y volviendo al frío, en mi humilde opinión es mucho más sensato y practico que el calor: usted se abriga, se da su “toque” de lo que tenga a mano (whisky, vino, chispa, etc.) y se pega a alguien y todo resuelto. Pero cuando es junio y le toca montarse en un M2 a las 9 de la mañana o caminar mas de 4 cuadras por aceras sin sombra, ya me contará usted si existe alguna solución viable (no me hable de aires acondicionados todo el día que estamos en Cuba y no somos del 5%).

Así que a disfrutar de estos buenos y frescos tiempos y a rezar porque duren hasta enero o febrero. Ya habrá luego tiempo para achicharrarse.

*M2: si usted no es cubano o nunca ha venido a la Habana y no sabe lo que es un M2 pues considérese muy afortunado. Más que un medio de transporte, el camello es… un estado de ánimo rodante. Haga turismo, venga a Cuba y móntese en un M2 y luego trate de contarlo en su blog. Le faltarán las palabras, se lo aseguro.

PD: Disculpas a todos por no haber escrito antes, el trabajo siempre es el culpable. Bendita razón tenía Faulkner.

Si te contara que este preciso momento (son la 1:00 am) en Buenos Aires no corre una gota de viento, hace 25 ºC y un calor asfixiante...

Hola isleño,
por acá por Alemania tambien estamos con suerte. Es Invierno y hace un "calor"... (15 grados!!)
Saludos

Hola, me estoy perdiendo el frio, jejejeje, aca hacen 33 grados.

Favor no olvidar las alfombritas de Oso y Maga en sus respectivos rincones.
Chao

Algún día tengo que "muelizar" mi experiencia con la nieve en Madrid... Es como aquel mónologo de un dúo humorístico español del cubano de Miami que va a vivir al norte.

Aunque lo mío es vivir "donde soplan alciones", te digo que el paisajito ese de la foto del post se vuelve una tortura cuando pasan los 12 primeros minutos del "oh! la nieve" (con voz de muñequito ruso)

Disfruta el friecillo...

En cuanto a la Madre Patria, hoy me premió con los deliciosos 22 ºC del mediterraneo.

pues cubano... què te digo? Viste esa película de Disney, Los tres caballeros? Inicia con la historia de un pingûino que hace lo impensable para llegar a no recuerdo què paraìso tropical, porque odia el frìo, y una vez que llegò, extraña el polo. Pues termina el narrador diciendo: asì es la naturaleza humana con todo y ser uno un pingûino... Yo vivo en un cuartito de azotea y ahora que estuvimos con 5 grados en el d.f. me daban ganas hasta de llorar, te lo juro, porque yo soy muy llorona para todo, hasta para el frìo (mi novio te podrìa hacer unos bonitos cuentos, je je).
Un abrazo desde mi paraìso àrtico en el ombligo de la ciudad màs grande del mundo.

con este reporte del tiempo mundial me han entrado ganas de montarme un onmibus volante (estilo el bumbunchacata) y darme una vuelta por cada una de estas ciudades. A medidad que paso recojo y seguimos la cumbancha...

Se ve que ya se esta arrimando fin de año porque tengo muchas ganas de fiestar.

*Lo del bumbunchacata es porque los pasajes de avion estan muy caros y hay que buscar soluciones creativas :)

Tomo nota de la relación que escribes entre el frío y el whisky y me pregunto si no andarás buscando una excusa para volver a escribir un blog bajo los efectos del alcohol.

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Acerca de mi

Yo:el cubano de la isla
De:La Habana, Cuba
Soy:un tipo común que mira y mira y cada vez entiende menos

 

Ya Cortazar lo contó una vez de esta forma...


La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo... Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podí­a ser una casa, quizás un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.