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Conócete a ti mismo


Es la inscripción que regía la entrada al templo de Delfos (donde estaba el famoso oráculo), y parece seguir siendo, aun después de miles de años, la invitación más certera para cualquiera que pretenda poner alguna luz sobre su futuro.

Conócete a ti mismo y sabrás a que atenerte. Echa una mirada atrás, al camino recorrido y analiza con la mayor frialdad los hechos de tu vida y la manera en que has reaccionado ante ellos.

Decirlo así resulta fácil, lo complejo es llevarlo a la práctica. No puedo hablar por los demás, pero yo a veces resulto un misterio para mi mismo. Y no es que me sorprenda haciendo cosas que no esperaba, sino que muchas veces no logro clarificar completamente los móviles que me incitan a hacer (o no) determinadas cosas. Supongo que no es tan fácil rebuscar en los claroscuros de la personalidad y encontrar todos los fragmentos de la idea original, que nos permitan armarla completamente y justificar entonces su existencia.

Es un tema complejo que no se puede resolver con 2 + 2 = 4. De hecho lo más común es que te encuentres tratando de justificar un 2 + 2 = 5.

Supongo que además no todos reaccionamos de la misma forma. Hay personas que confían más en sus instintos y en lo que sienten en cada momento. Otras por el contrario tienden a evaluar la situación, tratando de ser más "racionales". Yo pertenezco a este segundo grupo. Los instintos a mi me no me han funcionado del todo bien y digamos que he aprendido a desconfiar de ellos. Digamos que esos instintos están fundados sobre la base de experiencias y conocimientos que uno fue asimilando de niño. Ya de adulto, quizás por sentirme un poco desarmado ante la vida, me he tratado de "rearmar" en la justa medida de mis posibilidades. Vivir es un hecho magnifico y agotador y cada día trato de hacerlo de la forma mas conciente posible. No quiero simplemente que las cosas pasen y ver como puedo reaccionar ante ellas, QUIERO hacer que las cosas pasen, y quiero luchar por ellas y por mí.

Está claro. Aunque posiblemente hayan cosas que suceden... porque suceden.
Saludos

Hola Cubano:

En la novela "Sostiene Pereira" se dibuja la teorìa (tomada seguramente del psicoanálisis) de que a la persona la constituyen diferentes y diversos "Yo", por lo que el "Yo" único en realidad no existe. Cada uno de nosotros somos muchos "yo" compitiendo por el puesto, alternando tiempos de acciòn o, en el mejor de los casos, llegando a sìntesis y negociaciones.

Puede ser ese el principio para conocerse... comprender que la primera tarea consiste en descubrir cuantas personalidades, intereses, ambiciones, sueños, capacidades, anhelos y emociones (diferentes y hasta opuestas entre sì) albergamos

saludos cubano, muy buena entrada

Conocerese a uno mismo... que enorme dilema mental. Si para conocer como es nuestro rostro tenemos que mirar a un espejo, ¿en que tipo de espejo debemos ponernos enfrente para poder reflejar como somos?

Confiar en la opinión de los demás parece ser una opción para poder conocer nuestra personalidad, pero, ¿es correcto elegir que alguien que no sabe ni como es el mismo sea el más apropiado para hacernos ver como es uno? Ufff menudo cacao cerebral que llevo... A lo mejor no tenemos más remedio y contrastar la opinión de los demás para ver realmente como somos. Ya que inventan tantos aparatos ultrasofisticados a ver si atinan con uno que sea capaz de mostrarnos eso mismo.

Ya llevamos desde los griegos planteandonos esta pregunta, quizas sea como mirar al infinito y nuestra mente no lo llegue a comprenderlo. La enterna lucha de lo que nos pasa y porque nos pasa (no hay dia que no me la haga...)y intentar luchar con lo inevitable, cuando lo inevitable no se puede evitar. No podemos evitar ser como somos, eso creo que es lo más crudo y duro de la cuestión.

Mi humilde opinión y un saludo

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Acerca de mi

Yo:el cubano de la isla
De:La Habana, Cuba
Soy:un tipo común que mira y mira y cada vez entiende menos

 

Ya Cortazar lo contó una vez de esta forma...


La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo... Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podí­a ser una casa, quizás un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.