mi isla al mediodia

En los últimos tiempos, después de pensar y pensar, he descubierto que tengo una enfermedad incurable: soy un apasionado.

Las consecuencias de este problema son bastante graves y afectan todas las áreas de mi vida: mis relaciones, mi trabajo, mis amistades, y hasta la manera en que hablo o razono.

¿Y en que consiste este padecimiento incurable? Pues en que no me conformo con pedacitos de sueños, no me alcanza la felicidad normal de las cosas pequeñas de todos los días. Para vivir, al igual que oxigeno, necesito sueños, retos, cosas que me obliguen a apasionarme, a esforzarme por lograrlas. Y que conste que no hablo de dinero, ni de ser millonario y tener esto y lo otro. Nada de eso vendría mal, pero no me haría feliz en este sentido del que hablo. Mis sueños siempre andan revolteando sobre la necesidad de ser creativo y hacer cosas por mi mismo. Cosas que requieran esfuerzo, y que me hagan crecer como persona y como hombre.

El asunto sería fácil, o mejor dicho más fácil, si por demás yo fuera un tipo paciente, laborioso, diplomático, etc. Pero como no tengo el lujo de contar con ninguna de estas cualidades la tarea se pone cuesta arriba. Es por ahí que me vienen los problemas en el trabajo: me cuesta disciplinarme y adaptarme a los sueños de los demás. Al menos hago el intento para poder mantener la economía familiar y mis propias necesidades de persona normal: ir al cine, salir, bailar, comprar algo que me guste, etc. Por ahora lo voy logrando, sin embargo mis sueños siguen ahí, luchando por salir a flote, y no me queda mas que sujetarlos a duras penas y liberarlos de uno en uno de manera tal que el apasionado que llevo dentro no me haga explotar un día como un globo demasiado inflado.

¿Cuestión de gustos, problemas de personalidad o locura heredada?

No se y tampoco creo que importe mucho, el asunto es seguir luchando por esos sueños pues a pesar de que muchos se vayan a la mierda, la felicidad proveniente de los pocos que se logren no la cambio por nada. Así de simple.

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