miércoles, noviembre 12, 2008

Palabrería


Comparada con la historia milenaria de muchos países, el trayecto de Cuba como nación resulta apenas un suspiro. Hace poco mas de 100 años que se fundó la república, una república que nació maltrecha por culpa de intereses de afuera y mediocridades de dentro.

Al fin teníamos bandera y escudo y presidente, pero no sabíamos qué hacer con ellos, no teníamos bien desarrollado eso que a falta de un nombre mejor, termino llamando, intereses nacionales. La colonia nos había legado la carga de una nación maltrecha, con una burguesía apática, avariciosa y ruin como en el resto de las naciones latinoamericanas. Para colmo de males, Martí se nos murió a destiempo y nos quedamos sin el único sujeto que parecía tener los pies en su época y la mente en el futuro. El único con la grandeza de espíritu suficiente para desear un país mejor, justo ahí frente al poderoso vecino del norte. Un mal vecino cuyos intereses han viciado todo un continente, al que considera su traspatio, con una doble moral nunca escrita y siempre respetada: para ellos democracia y civismo, para nosotros, repúblicas bananeras y dictadores de cuello duro.

A los latinoamericanos nos ha tocado entonces un destino de perros, y no por ser mejores o peores, sino por ser más débiles. Siempre he tenido claro de que si la guerra entre México y EUA la hubiesen ganado los primeros, no estaríamos hablando hoy del arrebato de Texas, Nuevo México y demás, y si del zarpazo dado por los mexicanos para adueñarse de Nebraska o Colorado. En eso Lenin siempre tuvo la razón: en las guerras imperialistas siempre ganan los malos, cualquiera sea el que se lleve la victoria, a fin de cuentas lo único que hay por medio es el tema de ver quien le mete el dedo al otro. Así para decirlo sin más trámites.

Tuvimos una república entonces, que nació lastrada (¿o debería decir cagada?) por un tratado vil (Enmienda Platt) que "autorizaba" a los yanquis a entrar y salir con sus tropas cada vez que sus intereses estuvieran en peligro. De los intereses nuestros nadie parecía estar muy preocupado. Tuvimos presidentes ladrones y presidentes honestos (dicen que Estrada Palma, el anexionista, no se llevó ni un peso y dejó las arcas del tesoro nacional llenitas de dinero), tuvimos senado y asamblea de representantes y con el paso de los años hasta tuvimos capitolio (construido a estilo y semejanza del que está ustedes saben dónde, Washington DC, por más datos).

También tuvimos dictadores sangrientos y gobiernos que duraron menos de 100 días, pero democracia respetable, nunca tuvimos en este país donde cualquiera con un poco de poder entre manos podía levantarse una mañana con deseos de tumbar al presidente. Un día se era sargento y al otro general, y así por el estilo.

El estigma maléfico parecemos traerlo los cubanos de nacimiento: todos queremos hacer lo que nos sale de los cojones y la única regla que queremos respetar es aquella que nos permita labrarnos un presente feliz, que a fin de cuentas es el único futuro que nos importa. Somos una nación del ahora. Los proyectos del mañana no son cosa de vital importancia para este pueblo que admira, en sentido general, el coraje, la pachanga y la viveza como sus más preciados dones.

¿Qué hubo gente digna y valiente? Claro que la hubo. Por ahí está la lucha de Manuel Sanguily contra la Enmienda Platt, la incurable rebeldía de Mella, la grandeza de espíritu de Villena, el coraje de Tony Guiteras dando la orden de ametrallar a los yanquis si se atrevían a cruzar los límites de la base de Guantánamo. Por ahí anda también la vergüenza mayúscula de Chibas, la bravura de José Antonio Echeverría y el civismo de una generación que lo sacrificó todo con tal de tumbar a Batista y volver a tener al menos nuestra república de antes, maltrecha y corrupta, pero república al fin.

Pero llegó la revolución y cambiaron algunas cosas, no tantas si se mira ahora con la perspectiva de los años. El Che Guevara se fue a destiempo dejando el proyecto del mundo mejor en manos no muy seguras. Fue un error mayúsculo el del argentino. El reto más grande de su tiempo estaba en el intento de construir un país digno que pudiera escapar del papel de pachanga prostibularia que nos habían legado los yanquis y del futuro de dictadura mediocre y gris que parecía venir directamente desde la tumba de Stalin. Como se dice en buen cubano, la candela era aquí. Y fue. Y no hubo nadie para apagarla. Los encantos del poder superaron, una vez más, los propósitos entrelazados de justicia y libertad. A la nueva mesa le crecieron las patas por un lado (justicia y equidad) y se le cortaron por la otra (libertad y civismo), y el país con todos y para el bien de todos, de Martí, siguió siendo una asignatura pendiente.

Si en todo ese tiempo supimos algo de democracia, ya se nos olvidó la mayor parte de la lección, y ahora nos contentamos con desperdigarnos por el mundo y luchar por una vida decente (léase tarjeta de crédito, casa, auto y lo demás) o por sobrevivir en esta isla hirviente y desenfrenada donde la gente parece vivir como si el futuro fuera solo mañana.

Los conflictos generados con la revolución dividieron a los cubanos aun más y nos hicieron a todos más sordos a las razones del otro y más procaces, pero en ningún sentido más tolerantes, más reflexivos, o más honrados, independientemente del lado del charco en que estemos. Basta entrar a un lugar donde hayan 10 cubanos debatiendo sobre el problema nacional sin trabas de ningún tipo, para enterarnos de que cada cual se siente amo y señor de la verdad, elegido entre todos para ser escuchado, venerado y seguido.

¿Y el futuro? Ahí está, justo doblando la esquina, oculto a la saga de campeonatos de beisbol, fiestas populares y huracanes terribles. ¿Como viene? Ni idea. El reto del millón de pesos ya está lanzado y estoy seguro que cada uno tendrá su respuesta y tendrá su razón. A fin de cuentas somos y seguiremos siendo cubanos ¿o no?

miércoles, noviembre 05, 2008

Se viene el cambio


Hace casi una semana que llevo escribiendo un post sobre la designación de Maradona como director de la selección argentina de futbol. Las cosas con Maradona siempre suelen ser más complicadas que con el resto de los mortales, y eso parece explicar el porqué no acabo de encontrar el tiempo y las ganas para acabar el texto. De momento esa idea tendrá que esperar pues acabo de enterarme que el señor Barack Obama ha ganado las elecciones y va camino a convertirse en el próximo presidente de los Estados Unidos de América.

Las buenas noticias hay que celebrarlas enseguida y en mi opinión, el triunfo de un tipo que promueve el cambio en un país tan conservador como EUA es una excelente noticia para el mundo. Es un mensaje de advertencia para todos aquellos profetas, de las más diversas ideologías, que se nombran dueños y señores de la verdad absoluta, y se aferran a ideas y soluciones del pasado. Es también un claro signo de que la historia, a pesar de los pesares, no se detiene.

En mi opinión existe además otro motivo por el cual deberías alegrarnos, y es que la democracia, ese tan vapuleado artificio que hemos creado para definir a nuestros gobernantes, no parece ser tan malo como algunos pretenden hacernos creer.

Y es que la democracia es, como la rueda o el cepillo de dientes, un invento del hombre. A nadie en su sano juicio se le ocurriría pedirle a la rueda que funcione si no está correctamente montada; y su dentista, en cada visita, insistirá una y otra vez en que usted aprenda a cepillarse los dientes de la forma adecuada o de lo contrario se le llenara la boca de caries. Sin embargo, de la democracia todo el mundo parece esperar que funcione por sí sola, como si para lograrlo no hicieran falta determinados requisitos, léase candidatos capaces, equilibrio de poder en los medios de comunicación y un pueblo conocedor de la suprema importancia de su voto.

La democracia se vuelve entonces un juguete en manos de los pueblos. Y los pueblos se equivocan una vez, y luego rectifican o se vuelven a equivocar. Y al final resulta algo parecido a un juego de prueba y error que me recuerda enseguida la forma que la propia naturaleza ha venido usando para desarrollar y mantener la vida sobre este planeta durante millones de años.

La democracia (trampeada esa vez) permitió que George W. Bush fuera electo presidente (y luego reelecto), y también llevó al poder a Carlos Menem en Argentina, a Salinas de Gortari en México o Carlos Andrés Pérez en Venezuela. Pero luego permitió también que Hugo Chávez accediera a la presidencia. Y Evo Morales, y Rafael Correa. Y Lula después de varios intentos. Y Daniel Ortega que retornaba después de muchos años.

No parece tan malo entonces el procedimiento; y hasta parece funcionar cuando se dan las circunstancias adecuadas y los pueblos se toman en serio el acto de escoger a la gente que va a estar a cargo de sus asuntos.

Por acá los cubanos deberíamos aprender un poco de ese tema En asuntos de democracia somos un pueblo más bien ignorante. Tan mal estamos en esa materia, que en las últimas elecciones el gobierno, siempre tan gentil y preocupado, se ha encargado de poner un circulo muy grande en el centro de la boleta electoral para facilitarnos el voto. Marcar una X en el centro significa votar en un único y ágil movimiento, por todos los candidatos que el gobierno ha aprobado y validado antes por mostros (a través de una comisión de nominación). Este sencillo procedimiento se llama VOTO UNIDO, y nos ha resultado tan ameno y fácil de implementar, que prácticamente ha arrasado en las últimas tres elecciones para diputados a la asamblea nacional, que es la elección más importante a la que tenemos que enfrentarnos los cubanos, pues el presidente a su vez es electo por la asamblea.

Será interesante ver el día en que los candidatos de la boleta no hayan sido "filtrados" por una comisión tan "imparcial", sino por la opinión pública, y será más interesante ver si algún día a los cubanos nos da por tomarnos más en serio ese momento en que cedemos nuestra minúscula porción de poder marcando con una X en algún sitio preestablecido.

De momento, muchas felicidades a todos los seguidores de Obama por su tremenda victoria. Y esperemos que esta vez los yanquis hayan hecho, al fin, una buena elección.

PD: Lo más importante de todo, mas allá del candidato que ha ganado, es la actitud del pueblo de USA que ha acudido masivamente a ejercer su derecho al voto, por eso la imagen que he escogido para este post es la de una fila de votantes.

Acerca de mi

Yo:el cubano de la isla
De:La Habana, Cuba
Soy:un tipo común que mira y mira y cada vez entiende menos

 

Ya Cortazar lo contó una vez de esta forma...


La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo... Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podí­a ser una casa, quizás un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.